Todas las crisis generan oportunidades. Un ejemplo claro es el surgimiento de las plataformas de financiación alternativa (crowdlending), nacidas bajo el contexto de la crisis económica de los últimos años con el objetivo de dar respuesta a la restricción del crédito por parte de las entidades financieras.
PYMES y autónomos, en clara desventaja en el mercado de crédito tradicional, ya no tienen por qué recurrir únicamente a familia y conocidos para poder poner en marcha su negocio. Cuentan en la actualidad con distintas vías de financiación alternativa que les permiten seguir creciendo, generando riqueza y empleo.
Esa inversión proviene de particulares que desean invertir su capital. ¿A cambio de? A cambio de rentabilidad, por supuesto. En un escenario de tipos extraordinariamente bajo, los inversores buscan distintas alternativas para obtener la máxima rentabilidad de su patrimonio.
¿Por qué no unir ambas demandas? ¿Por qué no hacerlo de la manera más optimizada posible gracias a Internet?
El escenario fintech supone un cambio disruptivo en la gestión financiera y cada vez son más las personas y empresas que confían en plataformas de inversión/financiación alternativa.
Precisamente, según un estudio de la Universidad de Cambridge sobre la industria de la financiación alternativa en Europa, España es el quinto país en el continente con mayor volumen de negocio gestionado a través de este tipo de plataformas. Solo a través de plataformas P2B (Peer-to-Peer Business Lending) se contabilizaron 22 millones de euros bajo gestión en 2015.
En este universo de financiación alternativa también encontramos plataformas P2P (Peer-to-Peer Consumer Lending), con gran implantación en los países anglosajones, las figuras de los Business Angels en startups de reciente creación, la inversión en capital riesgo (Venture Capital) para fases más avanzadas del negocio, e, incluso, el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) para empresas de reducida capitalización en fase de expansión (actualmente, relanzado gracias a las SOCIMIS) y el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) para la emisión de títulos de renta fija por parte de empresas solventes.
Actualmente, nos encontramos ante dos retos en el mercado de las plataformas de financiación alternativa: generar confianza en una sociedad excesivamente dependiente del sector bancario y trabajar con las autoridades en una Legislación que sea lo suficientemente flexible pero que establezca de igual manera una seguridad jurídica para los actores que intervienen en el proceso de inversión.
Según la Ley de Financiación Empresarial, los inversores particulares no acreditados no pueden prestar más de 3.000 euros en cada operación ni más de 10.000 euros al año en el conjunto de las plataformas.
Es por ello que la media de inversores en una operación ronda los 80 para que la empresa pueda obtener la financiación suficiente para abordar su plan de negocio. Y, de igual manera, la cantidad invertida supone aún un pequeño porcentaje en una cartera compuesta mayoritariamente por productos de inversión tradicional. Estas son las vías que hay que trabajar.
Situaciones desconocidas requieren nuevas respuestas. Es la filosofía de las plataformas de financiación alternativa, que han supuesto en años de crisis económica un balón de oxígeno para los emprendedores.